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amparada; ya Dios no será el vengador, el jus– ticiero; será más bien el Dios de las misericordias Y del perdón. Jesús ha reconciliado a los hombres con su Padre. Y si Él no es escuchado cuando clama desde la cruz, es para que nuestras oraciones sean oídas y favorablemente despachadas. Y si Él se ve abandonado entre tantos tormentos, es para que la humanidad no se vea sola, triste y a merced de los más terribles enemigos. Por mí sufre Jesús desamparo en la cruz; por mí se ve abandonado de Dios y .de los hombres; por mí llora lágrimas ardientes; por mí se ve desan– grado; por mí fué entregado a la muerte más igno– miniosa. ¡ Mi Dios de amor herido, del hombre enamorado, que estás, lleno de oprobios, clavado en vil madero! Llevando en sus entrañas dolor profundo y fiero, un pecador rendido yace a tus pies postrado. De lágrimas bañado mi pálido semblante, piedad, Señor, imploro; mi lloro acongojante escucha, compasivo.... ¡No muestres a mis ojos tu dulce rostro esquivo! Y como a la tempestad sigue la calma; así a los dolores, al desamparo y a la tormenta del Reden– tor, siguió después la placidez, el descanso, el triunfo y la victoria. 165
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