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Ya sé qué sol ardiente te ha marchitado, Flor la más peregrina que vió el cercado: Sol que de eternas luces ha los candores, ése es, Virgen, la causa de tus dolores. Girasol de su lumbre, tras El giraste; del Calvario a la cima tras El llegaste. El Calvario sangriento fué su Occidente, y allí mustia, doblaste la blanca frente. No yergas mientras vivas esa corola, que estás muy sola, Madre sola, muy sola .... Aire, luz, alma, vida ... de nada tienes, pues te falta tu Cristo, Bien de tus bienes. Sin El todo es de noche, todo es negrura; nada, Madre, en tu cielo, nada fulgura.... No yergas, Flor de Cristo, la mustia frente, mientras tu Sol no irradie sobre tu Oriente! j Oh tú, la más hermosa entre las mujeres y la más dolorida de todas las madres! asístenos tam– bién en nuestras horas de amargura; consuélanos en los momentos del dolor; suaviza nuestras heri– das, consuela nuestros pesares. 158 llaced que lleve conmigo de Jesucristo la muerte, y que comparta la suerte y angustias de su pasión. Y cuando el cuerpo reciba la ley mortal que le oprime, que mi alma se sublime al Dios remunerador.

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