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madre por todos se interesa, por todos vela, a todos cuida. Trueque inefable, dice fillión, trueque inefable– mente doloroso para María, pues, ¿quién podía ocupar a su lado el lugar de su divino lfüo? Pero ¡qué honor para Juan, a quien Jesús daba, antes de expirar, muestra de tan grande afecto, confiándole aquel incomparable tesoro. Cuando menos no que– expirar, muestra de tan grande afecto, confiándole su lfüo. Cariñosa ternura y admirable solicitud las de Jesús para con su Madre, y más para con todos los hombres. iOh María! Tú eres nuestra Madre; somos tu herencia, somos tuyos, somos tus hijos. A tu lado queremos vivir, sintiendo las dulces caricias de tu amor, el calor de tu pecho de madre buena y sin comparación misericordiosa. Míranos con com– pasión, míranos con ternura, con ternura de madre. Contigo queremos también sufrir y aliviar de. al– guna manera esos inmensos dolores que desgarran tu corazón martirizado. Admítenos en tu compañía al lado de la cruz. Fuente de amor, Madre mía, haced que yo experimente ese dolor tan vehemente y logre llorar con Vos. Al pie de la cruz contigo quiero vivir, Madre mía, y haceros fiel compañía en tanta desolación. 153