BCCCAP00000000000000000000931

la Víctima, que, llena de invencible paciencia, se está desangrando en la cruz. Por centésima vez dan rienda suelta a sus lenguas maldicientes, en burlas, en palabras las más soeces, en blasfemias, en sarcásticas sonrisas, en injurias.... - ¡Bah! Tú que destruyes el templo y lo reedifi– cas en tres días, sálvate ahora; sálvate a ti mismo. -Si eres el Ifüo de Dios, como lo .has dicho más de una vez, baja, baja de la cruz.- y los fariseos con los príncipes de los sacerdotes y los grandes de la nación se acercaban mucho, mucho, todo cuanto pudieron, a la cruz, para que viera la Víctima que eran ellos, para que pudiera oírlos bien; y formando corrillos, y hablando alto, muy alto, entre sí unos con otros, y gesticulando, pero sin dirigirse a él directamente, comentaban con sarcasmo, con sátira muy refinada: -A otros ha 'salvado, y a sí no puede salvarse. Si es el Cristo, el Ifüo de Dios, el Mesías, que baje ahora de la cruz. Que baje, lo veremos, lo verá todo .el pueblo, y creeremos en él. -¿Confía en Dios? Que lo libre del tormento, ya que él dijo: Yo soy el lfüo de Dios. Veamos si viene ahora a ayudarlo. i Qué horas tan tremendas, tan angustiosas aque– llas para Jesús! Parece que el infierno entero se desata contra su persona. Todo.s se consideran con derecho para insultarlq, para maldecirlo, para bur– larse de Él, de su .doctrina, de cuanto había dicho y enseñado. Todos: los escribas, los doctores de la Ley, los pontífices, fos fariseos, los sacerdotes, los sanedritas, los ancianos de la nación; los soldados, verdugos, sayones, la chusma popular, el pueblo soez, bajo y desvergonzado ..... 139

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz