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XXIII REY DE LOS JUDÍOS Al fin y después de tantas intrigas por parte de los grandes de la nación, Jesús Nazareno fué con– denado al suplicio de la cruz. Cargado con ella subió al monte del sacrificio, cual otro inocente Isaac. Y al fiero golpe del mar– tillo cosieron los verdugos sus manos y sus pies con gruesos clavos al madero infame. Luego a fuerza de brazos levantaron la cruz en alto, quedando así el Mártir del Gólgota expuesto a las miradas de todos los hombres. La causa de su condenación y de su muerte, dice el evangelista, que estaba concebida .y expresada en estos términos: JESUS NAZARENUS, R.EX JUDAEOR.UM : JESUS NAZAR.ENO, R.EY DE LOS JUDIOS. Lo cual estaba escrito en latín, para que lo enten– dieran bien los romanos; en griego, para ser leído por los helenos y sus colonias, y también en hebreo; y así lo conociese todo el pueblo de Palestina. ¿Y esa es la causa de la condenación a muerte de Jesús? ¿Ninguna otra razón hay sobre ese asunto? Ni más ni menos; ésa precisamente es, y no otra. Pues no anduvo torpe Pilatos. ¡y qué bien le conoció! Ni aunque hubiera estado con Él toda la vida; ni aunque lo hubiera visto nacer. Ya antes, 126

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