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XXI LAS -MUJERES DE JERUSALÉN Dice el santo Evangelio que durante la vida de apostolado de Jesús varias mujeres piadosas le fue– ron siguiendo, las que, al mi'smo. tiempo que se aprovechaban de sus saludables doctrinas, cuidaban de :Éi, remediando las necesidades que podían ocu– rrirle. También las mujeres compasivas le acom-:– pañaron en las horas de su Pasión. Realmente en la subida al monte Calvario no es posible acelerar mucho el paso, pues el reo está sin fuerzas; y obligarle a que haga un supremo es– fuerzo, sería acelerarle la muerte, viéndose ellos privados del placer de crucificarlo. Si eso es lo que han pedido· al Gobernador ro– mano, la muerte de cruz para el Nazareno. Pues no les ha costado poco arrancar la sentencia ... ; y que ahora se les muera el reo en el camino, privándose ellos del gustazo de :ver a su mayor enemigo en la cruz.... No hay más remedio; tomarán las cosas con calma, y de ese modo llegarán al fin; aunque sea un poco más tarde, nada importa. El caso es llegar; el caso es sacrificar al Nazareno, y que muera. en tan ignominioso patíbulo a vista de todo el pueblo. Varios incidentes tuvieron lugar en el camino, los que retrasaron la marcha. Una muier que sale pre- 8 Madridanos, Cristo paciente 113

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