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flagelación. Los verdugos desgarran su cuerpo a golpes; la sangre salta de las venas y de las arte– rias a borbotones, y corre por el suelo. Es un charco de sangre el que se ha formado. · Tras la flagelación lo coronan de punzantes es– pinas. La sangre salta de la cabeza y corre por el rostro. Todo lo cual contribuye a disminuir las fuerzas de Jesús. Con estos fieros tormentos el cuerpo de la Víc– tima por momentos se debilita. Disminuyen las fuer– zas físicas; el cuerpo no puede resistir. Al fin, después de muchos y reñidos debates, lo condenan a muerte de cruz, y ha de llevar Él mismo sobre sus hombros hasta el lugar del suplicio el infame madero, como era costumbre. · Jesús se abraza generosamente con aquel patí– bulo, porque eran muchas las ansias y grandes los deseos de verse con él; y sacando fuerzas de la misma debilidad, marcha a paso lento camino del Calvario, y De espinas coronado, de amor henchido el pecho, a muerte condenado lo sube el Nazareno, llevando fatigado, de pesadumbre lleno, la cruz ensangrentada, do tiene que morir. Avanza hacia las crestas del monte del Calvario, tropel de muchedumbres le acosa sanguinario, como jauría fiera de indómito rugir. 109.

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