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XIX LA VERÓNICA Tan mal cariz tomaron los asuntos de Jesús Naza– reno desde un principio ante los tribunales, que desde luego se dió su causa por perdida. Los grandes de la nación quieren que la sen– tencia injusta e ilegal por ellos pronunciada la con– firme el Gobernador romano de buenas a primeras, sin examinar el asunto, sin estudiar la causa. Bueno .está Pilatos para meterse en un juicio tan escabrosó. Pero ya que ha tomado cartas en dicho asunto, tiene que obrar de alguna manera, o absol– viendo o condenando. Y creyendo dar una solución adecuada, se lava las manos, y tranquilamente dice: - Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros. - A Jesús entre tanto le dirige las palabras del ceremonial de juicios, pronunciando contra él sen– tencia de muerte: -Ibis ad crucem - Irás a la cruz. En ella serás ajusticiado. - i Cobarde Pilatos! No tardará en pagar cara esa falta de valor. ¿Qué importa que se lave las manos? ¿Qué im– porta que se declare inocente ante el pueblo? De nada le valdrán esas protestas. Pues, porque pudo y no quiso salvar al inocente, es responsable; muy responsable; el más respon– sable de todos. 103
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