BCCCAP00000000000000000000931

XVII ECCEHOMO staba Jesús! i Cómo estaba! figura de hombre. La brutalidad de los verdugos se excedió a sí misma; la cruel– agotado todos los recursos. Hombres sin privados de sentimientos humanitarios, ano de todos los castigos que les sugirió jismo para atormentar al inocente. Ni que n inspirados por las potestades del in- nadie les iba a las manos, en Jesús desaho– odo su furor y la rabia de sus corazones felinos, y el furor de sus instintos de tigres, y la hiel de panteras, y el veneno de serpientes. Apenas el inocente Jesús caía en sus manos, erá recibido con estruendosas carcajadas, risas del in– fierno y palmoteos de gozo satánico. Para entonces ya tenían siempre ideado un nuevo tormento, que era como un soplo del averno. Cuando el Gobernador romano mandó que Jesús fuera azotado, no se contentaron los verdugos con los golpes que estaban determinados en la ley - cuarenta menos uno-. Para castigar a aquel reo famoso, no hubo ley, ni número, ni medida. Para castigar a Jesús, todo era poco. "y lo azotaron horriblemente con cadenas de hie– rro; y lo azotaron despiadadamente con correas de cuero; y con vergas de. buey que en los extremos 91

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz