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XVI JESÚS Y BARRABÁS En buen lío han metido los grandes de Israel al Presidente romano, Pilatos. Quiera o no, ha de sentenciar' a Jesús, y hoy mismo; mañana sería demasiado tarde. Pilatos echa ma110 de todos los recursos judicia– les para salvar al que reconoce inocente. Pero en vano; todo le sale mal. Queriendo librarse de aquella causa tan enojosa, envía el reo a Herodes, ya que, como galileo, le pertenece por derecho. Resulta aquello tiempo perdido. Herodes le agradece aquel acto de deferencia, y se lo devuelve, diciéndole que le parece un hombre loco, más bien que un malhechor. Así que Pilatos no tiene más remedio que tratar el asunto precipitadamente; porque el tiempo urge, las horas vuelan. ¿Quién le metería a él con Jesús de Nazaret? Si pudiera desentenderse de aquel asunto.... Pero ¿cómo? Estaban tocados todos los resortes. Pre– ocupado andaba con estos pensamientos, cuando a tiempo le llega una misiva de su esposa, que le dice: «No te metas· con ese justo, porque yo he sufrido mucho en sueños esta noche por él. Mejor será que Io dejes en paz.» A buena hora llegan tales embajadas. Bien pre– ocupado anda él. con tales asuntos para que lleguen a calentarle más los cascos de la cabeza. Imposible; no halla salida; no puede desenvolverse. La cosa se va poniendo de tal manera, que, por , más que hace, menos consigue. Entonces echa mano 87
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