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broma con todos los de su bando. Es un farsante aquel rey, es .un cínico; la hipocresía más refinada domina su corazón; la burla se pinta en su sem– blante, brota de sus labios, se refleja en sus mira– das; la burla domina en aquella casa. Jesús ni se compadece ni les responde. No mere- . ceri cómpa:sión; mucho menos oir una palabra. Sus corazones corrompidos no están dispuestos para ello, y por eso prefiere mejor callar. El silencio es a veces más elocuente que las palabras, y dice mucho más que los discursos. El silencio de Jesús delante de Herodes es todavía más elocuente. Pero si ahora calla, ya hablará; pronto les dirá mucho más de lo que ellos quisieran oir. De Dios nadie. se burla. Calla paciente y sufre resignado Jesús, porque no tiene prisa. Suya es la eternidad entera. En llegando su día ... i oh! entonces sí que se burlará, se mofará de todos sus enemigos, que, como Herodes, lo han tomado por rey falso y men– tiroso. Entonces in interitu vestro ridebo- « Yo me reiré de vuestra desgracia y pérdición; me reiré de vosotros y me gozaré en vuestro mal» (Prov. I, 26h ¡ Qué risa tan horrible! ¡ Qué gozo tan tremendo será aquéll lierodes continuó la broma a su modo, ya que Jesús no quiso de su parte prestarse a ella, y cuando se hubo cansado, envió de nuevo el reo a su proce– dencia. liabía sido, en efecto, defraudado. Nada consiguió. El burlador resultó prácticamente bur– lado. Por lo menos para Jesús no fué perdida aquella visita; porque, como muy bien advierte el evange– lista, lierodes y Pilatos desd.e aquel día se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados. 85

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