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XV ANTE HERODES Jesús había sido sentenciado por el tribunal de su nación; éste lo ha reconocido culpable, digno de muerte, porque ha blasfemado, diciendo ser el liijo de Dios. Y ¿qué verdad más grande pudo haber manifes– tado? Si, precisamente, .Jesús bajó al mundo para dar testimonio de la verdad, y la verdad pura 'y sin rodeos era ser :CI liijo de Dios. ¿A qué negarlo? Su vida entera, sus obras, sus milagros están clara– mente manifestándolo. Negarlo, sería pretender apagar la luz del sol; un imposible. Muy de mañana el viernes, es conducido el Naza– reno al tribunal de Roma; presidido por el goberna– dor Pilatos, para que lo sentencie y lo condene a morir en una cruz. No otto es el pensamiento de los dirigentes del pueblo; el caso es que les salga todo como ellos quieren. Por de pronto el asunto se presenta muy fácil para los grandes de Israel, creyendo que han de ser atendidos, porque, sí, por– que son ellos. Pero es muy delicado y en extremo espinoso el asunto que proponen, y no se atreve Pilatos a pro– nunciar de buenas a primeras la sentencia de muerte contra un hombre que es inocente. Lo examina, lo interroga,. y siempre la inocencia de Jesús salta a los ojos. ¿Qué hacer? Echa mano de todos los recursos 6 Madridanos, Cristo paciente 81

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