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REFLEXION Francisco nace en Asís en el aífo 1HU en el hogar formado por Pedro Bemardone y Pica Bourlemont. El padre es traba– jador, sagaz, comerciante emprendedor. La madre es noble, sencilla, espiritual, religiosa. Es bautizado en la iglesi11 de San R.ufino. La primera educación comienza a la sombra del hogar, y luego asiste a la escuela que allí, muy cerca, regentan los sacer– dotes de la iglesia de San Jorge... Jesús dedicó treinta años de su vida a santificar la familia y damos ejemplo de vida hogareña, y tres solamente a todo fo demás. La Iglesia es consciente de que la familia es ama institución de cuyo estado de salud depende la revitalización de la comu– nidad cristiana. .. y por eso denuncia ei choque foerte que existe entre lo que es hoy la familia y lo que debiera ser. Los cristianos han de redescubrir la dimensión hum1ma y espiritual del hogar. La familia es una convivencia calentada por el amor y ben– decida por Dios. Para que la casa sea un hogar hay que ha– cer de ella un centro donde confluya el amor. Muchas veces hemos repetido que la familia es la célula fundamental y primaria de la sociedad. Todo hogar debe ser escuela e iglesia. ¡Cuántos padres ab• dican de su noble e insustituible misión! San Agustín repetía: «Haced de vuestro hogar una pequeña Iglesia», y el Concilio Vaticano II nos ha recordado: «En esta especie de iglesia doméstica los padres deben ser para sus hi– jos predicadores de la fe mediante la palabra y el ejemplo». ¿Cómo se vive boy la fe en las familias? Necesitamos padres que se responsabilicen de la fe propia y de la de los suyos, que recuerden aquello del día del bau– tismo: «¿Sabéis que os obligáis a educarlos en la fe?» Medita brevemente y pide la gracia que desees alcanzar. 6

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