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Que tu protección maternal acompañe siempre nuestros pasos, llevándonos hacia Cristo, nuestro origen y nuestra meta. Amén. ACLAMACIONES - Rosa del Carmelo, perfúmanos en alma y cuerpo para que seamos buen olor de Cristo en medio de nuestros hermanos. Dios te salve, María... - Estrella del mar, conduce nuestra barquilla en la noche oscura del destierro hasta las playas luminosas de la Patria. Dios te salve, María... - Reina del cielo, que un día, junto a ti, gocemos de una eterni– dad para proclamar la grandeza del Señor, porque el Poderoso hizo en ti maravillas. Dios te salve, María... REFLEXION Todos acudimos a la Virgen y de ella podemos afirmar que hemos recibido múltiples gracias. San Bernardo, gran devoto de Maria, tuvo la osadia de afirmar que «no alabe nunca a María quien, habiéndola invocado en sus necesida– des, no hubiere recibido de ella algún favor». iCuántas veces hemos visto clarisimamente la mano de Maria vi– niendo en nuestra ayuda y su manto protegiéndonos! Es que Maria es la medianera de las gracias. En la mediación hay dos extremos y un medio. Los extremos son Dios y el hombre, y el medio es Maria. En Caná de Galilea unos novios están en apuros y ella hace de medidora entre ellos y su Hijo. iCuántas veces habrá interce– dido también en favor de cada uno de nosotros! Ella es Madre y Reina. Ella puede y quiere ayudarnos. Jesús es el manantial, pero ella es el canal por donde corren y se deslizan las gracias hasta los hombres. (Medita brevemente y pide la gracia que desees.) 27

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