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Que todos sintamos así tu presencia de Madre. Lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. ACLAMACIONES - Rosa del Carmelo, perfúmanos en alma y cuerpo para que seamos buen olor de Cristo en medio de nuestros hermanos. Dios te salve, María... - Estrella del mar, conduce nuestra barquilla en la noche oscura del destierro hasta las playas luminosas de la Patria. Dios te salve, María... - Reina del cielo, que un día, junto a ti, gocemos de una eterni– dad para proclamar la grandeza del Señor, porque el Poderoso hizo en ti maravillas. Dios te salve, María... REFLEXION La esperanza es la virtud del caminante, del peregrino. Es la victoria sobre el miedo. El hombre con esperanza tiene prohibido el creerse solo, la duda, la desconfianza, la desesperación. La fe nos lleva a encontramos con ese Dios que nos ama y hace posible toda victoria porque «todo lo podemos en Aquel que nos conforta». La esperanza no pinta de fácil la vida. Es para hombres que saben de angustia, de dolor y de lucha. La esperanza crece entre los problemas de cada día. Santo Tomás nos dice que «la esperanza nos mantiene tensos, en vilo», y que «es la aspiración del hombre hacia un bien futuro, ardua y posible... ». Como virtud teologal la define como «expectación cierta de la bienaventuranza eterna, proveniente de la gracia y de los medios... ». La esperanza ha de ser consciente, comprometida en lucha y ries- gos, alegre, apoyada en Dios... A María la llamamos también madre de la esperanza. Ella es garantía y apoyo... (Medita brevemente y pide la gracia que desees.) 24
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