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ACLAMACIONES - Rosa del Carmelo, perfúmanos en alma y cuerpo para que seamos buen olor de Cristo en medio de nuestros hermanos. Dios te salve, María... - Estrella del mar, conduce nuestra barquilla en la noche oscura del destierro hasta las playas luminosas de la Patria. Dios te salve, María... - Reina del cielo, que un día, junto a ti, gocemos de una eterni– dad para proclamar la grandeza del Señor, porque el Poderoso hizo en ti maravillas. Dios te salve, María... REFLEXION Los santos nos hablan de María como Madre. Doña Beatriz de Ahumada acaba de morir y su hija Teresa siente en toda su magnitud el vacío de la orfandad. Apartándose del resto de la familia se encierra en su habitación y allí da rienda suelta a su pena. Ella, la niña mimada, se siente sola, muy sola. iNo tiene ya madre! En un movimiento nervioso levanta sus ojos a lo alto y aquella mirada tropieza con una imagen de María que hay en su cuarto. Teresa va hacia ella, cae de rodillas, y, dejando escapar por su boca su alma acongojada, entre lágrimas y sollozos, le pide a la Virgen que sea su madre. Luego nos dejó en su autobiografia su experiencia: «Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, me ha valido; porque he hallado siempre una madre en esta Virgen Soberana al encomendarme a ella». lCómo vivimos esa realidad nosotros? Tenemos una Madre en el cielo que vela por nosotros. La de aquí abajo nos ve sufrir y no puede consolamos, desearía hacemos felices y se siente incapaz de conseguirlo... En cambio, la Madre del cielo es Madre de Dios. (Medita brevemente y pide la gracia que desees.) 15

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