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gidos y todos cultivemos los valores permanentes. Que no haya hogares divididos ni rotos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén. REFLEXION Las primeras noticias sobre San Pancracio nos lo presentan en un hogar feliz. Unos padres -Celedonio y Ciriaca- vol• cando su cariño sobre aquel hijo suyo y preocupados por él y su porvenir. Muertos los padres aparece su tío Dionisio, que se hace cargo del niií.o, lo adopta y se empeña en darle la mejor educación. Hoy la familia como institución aparece en crisis. Se cues– tiona el presente y futuro de los lazos familiares. El ambiente no tiene consideración hacia el hogar. La vida social y los medios de comunicación son con frecuencia hostiles a él. Las leyes y fundamentos de la familia son obra de Dios y no están en manos del capricho de los hombres: - el matrimonio debe ser una comunidad de amor indi– soluble; - el matrimonio es una comunidad de amor ordenada a la vida; - en él los padres son cooperadores de Dios en la trans– misión de la vida y en la santificación de las almas. Dice el Concilio Vaticano II que «la familia es la escuela del más rico humanismo. Para que pueda lograrse la plenitud de su vida y de su misión se requiere un clima de benévola comunicación y unión entre los esposos y una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos». La sociedad y la Iglesia se fundamentan en el hogar, pero hogar es algo muy distinto de una pensión o una cooperativa de egoísmos o una solución económica. Debe ser un centro donde confluyan el cariño común y la entrega desinteresada. ¿Es así el tuyo? ¿Aportas cuanto te corresponde para la felicidad de los demás? ¿No abdicas de tus deberes y derechos dentro de la fa. milia? Examina tu situación y pide fa gracia que deseas con– seguir. 6
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