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persona de Jesucristo, el perseguido por aquella sociedad pagana. Su fe era pública ... y un día fue encarcelado. Dada su condición de nobleza le llevan ante el emperador, que queda cautivado por su simpatía y por sus catorce años y quiere evitar la muerte del joven. Promesas y amenazas se sucedieron. El emperador Diocleciano había sido amigo de su padre y quiso atraerle con cariño, prometiéndole cuanto quisiera siempre que renunciase a la fe. Nada fue capaz de convencer a Pancracio ni de hacerle callar, por lo que, irritado Diocleciano, dio orden de que fuese degollado aquella misma noche. Era el 12 de mayo del año 304. Su muerte nos la cuenta el misal romano así: «Cuando era llevado por los empleados del em- perador, llegó al lugar, donde se iba a consumar dignamente su martirio. Allí Pancracio extendió sus manos al cielo y dijo: 'Te doy gracias, Señor Jesu– cristo, que te has dignado en esta hora, que siem– pre he deseado, unir a tu siervo con tus santos ... ' Y habiendo dicho esto le fue cortada la cabeza.» Durante la oscuridad de la noche una santa mu– jer llamada Octávila envolvió en un lienzo el cuer– po del mártir y lo enterró. El culto del santo mártit se inició inmediatamen– te en torno a su sepulcro. Se le representa como un joven, casi niño, ves– tido con la túnica romana o con el traje militar y con los atributos de mártir... El pueblo sencillo le viene pidiendo dos de los bienes que más es– tima: la salud y el trabajo. Su fiesta se celebra el 12 de mayo. 4

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