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rezcamos un día estar con ellos en el reino de los cielos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén. REFLEXION A Pancracio le condenan a morir, y allá, en la Vía Aurelia, le cortan la cabeza. Su muerte nos la cuenta el Misal romano así: «Cuando era llevado por los empleados del emperador, llegó al lugar donde se iba a consumar dignamente su martirio. Allí Pancracio extendió sus manos al cielo y dijo: 'Te doy gracias, Señor Jesucristo, que te has dignado en esta hora, que siempre he deseado, unir a tu siervo con los santos'. Y habiendo dicho esto le fue cortada la cabeza». Era el 12 de mayo del año 304. El y todos los mártires prefirieron la muerte a la apostasía. Las persecuciones habían ido en aumento de crueldad. Dio- cleciano pretendía acabar con los cristianos cuando firmó su último edicto. En España la persecución a muerte fue dirigida por Dacia– no, y Prudencio canta el temple de espíritu y firmeza de la fe de aquellos heroicos cristianos españoles: Vicente, Eulalia, Leocadia, los dieciocho mártires de Zaragoza... En Italia es la época de foés, Lucía, Marcos, Marcelino, Sebastián, Pan– cracio... San Gregorio Magno, junto al sepulcro de San Pancracio, pronunciaba estas palabras en su homilía: «Los santos, en presencia de cuyo sepulcro estamos, trata• ron al mundo con desprecio, pusiéronle a los pies, cuando fa paz, la fertilidád, la abundancia, lo florido y vigoroso de fa edad parecía hacerlo digno de que el mundo lo amase, o, al menos, multiplicaba las dificultades para que ellos se despren– diesen de su amor». Por Cristo lo entregaron todo, incluso su vida. Hoy son modelos e intercesores. Diocleciano abdicó inesperadamente el 1 de mayo del año 305, confesando implícitamente su impotencia ante el valor de los cristianos. Sus sucesores Constantino y Magencio fue– ron concediendo libertad a los cristianos, y el año 313, con 27
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