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- El pidió a todos los fieles que «fomen– ten con generosidad el culto a la Santí– sima Virgen, que estimen en mucho las prácticas de piedad y los ejercicios en su honor» ... - Habló de «evitar toda falsa exageración y una excesiva mezquindad del alma» ... - Y, finalmente, nos dijo que «fa fe nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios e impulsa hacia un amor filial y a la imitación de sus virtudes» ... Lo que el Concilio hizo fue colocar a María en su puesto dentro de la historia de la salvación e invi– tarnos a una devoción filial y práctica. Todos los santos han sido siempre grandes devo– tos de María. Quisiera recordar a San Francisco de Asís. De él nos dice su biógrafo Tomás de Celano, que «rodea– ba de amor indecible a la Madre de Jesús por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. Le tributaba particulares alabanzas, le multiplicaba ora– ciones, le ofrecía afectos, tantos y tales que no los puede expresar lengua alguna». ¿Por qué no imitar su ejemplo? Ojalá cada día nuestra devoción a la Virgen se vea renovada e incrementada, sin restricciones ni sustos. La auténtica devoción a María es alabanza a Dios y camino hacia Jesús y hacia los hermanos. Esta novena quiere ser una llamada a amar más a María, a imitarla, para que así Ella anteceda con su luz al pueblo peregrinante como signo de espe– ranza segura y de consuelo. Con este fin la pongo en tus manos. 4

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