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PAESENT ACION Jesús es la esencia del cristianismo, y todos los demás -santos, santas, María- no tienen sentido si no es en referencia a Cristo. Estos son los mejores amigos del Señor. Son modelo e ideal, una llamada a la imitación, una indicación en el camino que conduce hacia la meta soñada ... Pero además mantienen con nosotros una comu– nidad de vida, haciéndonos experimentar que nues– tras oraciones han sido escuchadas y su interce– sión. No viven absortos en su felicidad, indiferentes a nuestros problemas. Eso son los santos: modelos, intercesores, am1- gos de Dios. En sentido estricto, el culto solamente se tributa a Dios. En la Iglesia Católica se habla de venerar a los santos y especialmente a María, pero esa venera– ción es diferente a la adoración rendida a Dios. El culto a María se fundamenta en su dignidad de Madre de Dios, asociada a los misterios de su Hijo. Deriva de la fe, que nos la presenta como Virgen. Madre de Dios, Madre de los hombres, inmaculada. llena de gracia, asunta al cielo para mejor interce– der por nosotros. Desgraciadamente hoy hallamos en algunas esfe– ras un no sé qué contra las devociones marianas. ¿Por qué? El Concilio Vaticano II debería haber sido un arranque para un mayor amor y fervor marianos: 3

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