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Concede a tu Iglesia verdadera y completa liber– tad, y haz que en toda la tierra resuene una misma voz que diga ¡alabado sea Jesucristo!, por quien vino la salvación; a El la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén. REFlEXION Ser cristiimo es ser testigo de Cristo. La fe es esencialmente dinámica. El bautismo y la confirma– ción no los hemos recibido en balde. Nos han metido en un compromiso de testimonio. «Vosotros sois luz, sois sal, debéis ser fermento... » El crisdimismo parte de la fe o adhesión total a JCSÚJI, pau al oonzón, pues exige amor a Cristo y a loo hermimos, y se mdica en la voluntad para pedir un esfuerzo constante a fin de vivir en cristiano y pasar por el mundo en función de tes• tigos de fe. «Ser testigo es vivir de tal forma que nuestn vida no tenp sentido sin Dios.» Cristo en su despedida nos encargó ser testigos. «Cuando venga el Espíritu Santo, El dm testimonio de Mí y vosotros seréis mis testigos.» Desde entonces vivimos entre dos extremos: aquel que afir– maba Tertuliano: -«donde está un cristiimo, allí hay un prcdi– cadon>- y el que demanciaba Pfo XII -el mundo se hunde por el cansancio de los buenos-. Como Juan el Bautista no somos la bu:, pero 11f debemos ser testigos de la lw:. Nos lo recordaba San P4llblo: &d irreprensibles en medio de esta generación, entre la cual debéill 111parecer como antor• chas llevando en alto la palabm de Di<iP, El mundo está can!llllldo de pallabms y quiere testigos que no se doblen. El ll!Ullyor anritestimonio es precisamente la discrepancia en• tre la fe y la vida. Nuestro deber es atraer, s1u1.rificar, consagnir el mundo y sus Rlllllidades. 30
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