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Te rogarnos que por los dolores de tu Pasión atiendas las súplicas que te dirigimos en esta No– vena, si son de tu agrado y de provecho para nues– tra alma. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. REFLEXION Para creer de verdad, p&"a ver a Cristo y optar por El es preciso nclamos de nuestro OB'll!lllo, de muestra 111utooufl. ciencia. Vivimos en 1.1111 mundo samrado de vaurldades. Damos Ullll111 gran importancia al parecer, al escaparate. Los hombres se apoyan en sí mismos, los sabios en su ciencia, los ricos <ellll su dinero, pero Jesús nos dejó otra categoría de valores: biemuventurados los pobres, los libres, los despegados, los que se apoyan en Dioo, fos humildes... Es que éstos son los que están dispuestos a aceptar y seguir II Jesús. El se mamfiesta ll los humildes y nos invita a aprender especialmente esa vir– tud: «aprended de Mí que soy manso y humilde de COl!'lllzón». Realmente la humildad es Jo que mejor cm1dra a 1n1estra condición de crearuras. Somos una sumisión que ha tomado cuerpo. Somos una obediencia andando. Santa Teresa decfa que «humildad es andar en verdad». La humildad no nos exige que nos jwguemos en menos de lo que somos y teme• mos, pero si que pensemos con sinceridad qué fuimos, qué somos y qué vamos a ser. Es humilde quien sabe el puesto que Dios le asignó, Jo acepta incondicionalmente y sabe que vive de prestado. ¿Cómo valoras m vida? ¿Reconoces que todo cuanto eres y tienes es un don gra• mito de Dios? Pienu con deteoción estas frases de San Pablo: «Si al• guno cree que es algo, se engaña... ¿Qué tienes que 110 lo hayas recibido? Y si lo hu Nleiblcfo, ¿oomo te glorílll!I como si no lo hubiera Nleibido?i. 9

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