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núa circulando por sus ramas, y las raíces se arraigan más y más en la tierra. Viene luego la primavera y aquella vida interior sale afuera en una epifanía de color y fragancia. Esto mismo es lo que tuvo lugar en el gran apóstol franciscano S...n Antonio de Padua. Has– ta aquí, su vida estuvo escondida con Cristo en Dios. La oración, el estudio y la penitencia fueron sus ocupaciones preferidas. Es verdad que, en sus ansias de matirio, partió a Marrue– cos a predicar la fe de Cristo; pero su expedición fracasó y no le fue posible realizar su ideal. Así fue transcurriendo su juventud en el silencio, en la oscuridad, en el total apartamiento del mundo, y todo esto se intensificó en el retiro de la agreste soledad de Monte Paulo. Mas el Señor, que le destinaba para uno de los más portentosos apostolados, cuando menos se pensaba, de improviso, le deparó la ocasión para que la vida iriterior concentrada en su alma irrumpiera al exterior, manifestando así la luz que brillaba en su mente y el fuego ardoroso en que se abrasaba su corazón. * * * Era la Cuaresma de 1222. En Forli, ciudad cercana al eremitorio de Monte Paulci, iba a te- 72

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