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da en gozar de aquella vida escondida a los ojos del mundo, en la que no hacía sino entregarse por completo al Señor. Esta vida silenciosa, de total ocultamiento al mundo, que llevaba Fray Antonio, dedicada a la oración y la penitencia, parecerá a muchos total– mente inútil. Pero en realidad fue muy grata a Dios, y en gran manera provechosa para el alma, del mismo Santo. En su retiro de Monte Paulo no hizo sino seguir el ejemplo de Jesucristo, el cual transcurrió treinta años oculto en Nazaret, entregado a la oración y al trabajo. Después, el mismo Jesús, al dar comienzo a su vida pública, pasó también cuarenta días con cuarenta noches en el desierto, totalmente solo, orando y ayunan– do. Allí se hallaba templando su espíritu para la predicación del reino de Dios. De la misma manera, Fray Antonio, retirado en la profunda soledad de Monte Paulo, afinaba su espíritu, caldeaba su corazón, ensanchaba los senos del alma para llenarlos por completo del santo amor de Dios. Abandonado a la divina voluntad, acaso sin pretenderlo, porque no aparecía aún a sus ojos con toda claridad su futuro destino, se estaba preparando para el grande y eficaz apostolado que en breve iba a emprender. Apostolado asombroso, con el que pondría en conmoción los pueblos y ciudades 66
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