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situada en la misma ciudad natal del Fundador. Mas la Orden se extendió rápidamente por toda Italia, llegando a establecerse en varias naciones de Europa. De este modo, la fragancia de Asis habia transfundido también a tierrás de Por– tugal. Llegaron los franciscanos a Coimbra hacia 1"217. Se entrevistaron con la reina Doña Urra– ca. Esta les cedió un terreno muy cerca de la capital, donde entre olivares habia una capilla dedicada a San Antonio Abad. Alli se instalaron los frailes, en pequeñas celdas hechas de palos y ramajes. Aquello no era más que un reducido eremitorio, donde los religiosos se entregaban a la oración y la penitencia. Teniendo en cuenta la capilla y los olivares que rodeaban el eremitorio, se llamó el convento de San Antonio de Olivares. Siguiendo el espiritu del Santo Fundador, los religiosos salian de cuando en cuando del eremi"– torio para pedir limosna. Iban por los caminos y las calles de la ciudad de dos en dos. Con este motivo, se llegaban con frecuencia al monasterio de Santa Cruz. Fernando comenzó a tratar con ellos, y pronto se quedó prendado de su senci– llez, humildad y pobreza. Le llamaba la atención sobre todo un herma– nito lego, en cuyo rostro se reflejaba la exquisi– tez de, su vida interior. Fernando trabó con él 42

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