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294 Cuando su padre se acerca todos los mandó callar; llegó su padre a la puerta y comenzó a preguntar: "Ven acá, Antoñito, dime, hijo amado, de los pajaritos ¿qué tal has cuidado?". El niño le contestó: "Padre, no tengas cuidado, que para que no hagan mal todos los tengo encerrados''. El padre vio milagro tan grande y al Señor Obispo trató de avisarle. Acudió el Señor Obispo con gran acompañamiento, quedaron todos confusos al ver tan gran portento. Abrieron las ventanas puertas a la par por ver si las aves querían marchar. Antonio les dice entonces: "Señores, nadie se agravie; los pq¡aros no saldrán hasta que yo se lo mande".

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