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tras dia iba a dar sus lecciones y poco a poco se fue iniciando en todos aquellos estudios que por aquel tiempo se daban en las escuelas catedra– licias. De este modo, en pocos años, se ha116 impuesto en la Gramática, la Retórica, la Mú– sica, la Aritmética, la Geografia y la Astrologia. Era un discípulo aprovechado. Sobresalía entre sus compañeros por su aplicaci6n. * * * Asi, entre piedad y estudio, se fue acercando a la juventud. Al mismo tiempo que caldeaba su corazón en el amor de Dios, iluminaba su inte– ligencia con la ciencia que iba aprendiendo. Ya era un adolescente lleno de encantos. Conservaba en toda su integridad la pureza que hermoseaba su alma; pero como todo joven, tuvo que pasar por la crisis que se presenta al llegar a la pubertad. La concupiscencia comenzó a hacerle sentir sus ardores. Las tentaciones de la vida vinieron a dorarle el pecado a que se entregan tantos alocados jóvenes. Mas su amor a la pureza le hizo rechazar al momento toda sugestión carnal. Al natural instinto que le impulsaba al placer hay que añadir las sugestio- 27
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