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Pidámosle hoy con todo el fervor posible que también nuestra muerte sea preciosa a los ojos del Señor. Padrenuestro, Avemaría y Gloria, etc. DIA NOVENO FLORECILLA ANTONIANA Apoteosis La noticia de la muerte de San Antonio corrió al mo– mento por toda Padua, donde el Santo era tan admira– do y querido. Se notaba un gran revuelo por toda la ciudad. Los niños salían de la escuela y de sus casas y formando un gran tropel, marchaban por las calles gri– tando: "¡Ha muerto el Santo! ¡Ha muerto San Anto– nio!" El traslado del cadáver a Santa Maria, que estaba en el centro de la ciudad, fue una verdadera ap.oteosis. El gentío era enorme. Se puede decir que Padua entera había acudido para honrar a su Santo. El cortejo fúne– bre parecia la marcha triunal de un héroe. Llegó el ca– dáver a Santa María. Se celebraron las exequias, y se le dio sepultura. Era martes, 17 de junio de 1231. En aquel día, el Santo obró una multitud de milagros. Milagros que fueron el principio de los innumerables favores que en todo tiempo había de derramar sobre sus devotos. Demos gracias a Dios por haber entregado a San An– tonio el don de los milagros, y pidamos al Santo de Padua en este día cuanto necesitemos en el orden ma– terial y espiritual. Padrenuestro, Avemaría y Gloria, etc. 274

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