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dir alguná buena obra o inducirnos al pecado, imitando a San Antonio, hagamos la señal de la Cruz e invoquemos a la Virgen Maria. Padrenuestro. Avemaría y Gloria, etc. DIA OCTAVO FLORECILLA ANTONIANA Muerte preciosa San Antonio se hallaba enfermo en Camposampiero; mas él deseaba morir en Padua. Pidi6 ser transportado a ella, pero por su de~ilidad fue preciso que se quedara en Arcella, arrabal de Padua. Allí pidió confesión y recibió el santo Viático. Se sentía feliz. Para desahogar la alegria de su alma, entonó un himno a la Virgen. De pronto, sus ojos se fijaron en un punto determinado. Su rostro reflejaba inefable sonrisa y pronunciaba algunas palabras ininteligibles. Alguien le preguntó: "¿Qué ves, herma– no?" Eí contestó: "Veo a mi Señor'. Le administraron la Extremaunción que recibió con fervor extraordinario, extendiendo las manos en forma de cruz y respondiendo a las oraciones. Luego, humildemente, como si fuera un pecador, rez6 alternando con sus hermanos los Salmos Penitenciales. Tras esto, se qued6 un rato en éxtasis. Por fin, miró a todos los presentes dulcemente y les sonrió. Su alma voló al cielo. Era el 13 de junio de 1231. Tenia treinta y seis años. La preciosa muerte de San Antonio no fue sino ¿1 feliz coronamiento de su vida totalmente entregada al servicio de Jesucristo. 273

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