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allí colocado. Unos pedían a San Antonio un feliz vtaJe; otros, colocaci6n. Una madre implora~ la salud · de su hijo; otra, el buen éxito en los exámenes, y no fal– taban quienes suplicaban al Santo la conversi6n de algún pariente y amigo. Con esto, los favores se multi– plicaban y todo esto con beneficio de los pobres, porque así abundaban para ellos las limosnas. Así, tan sencilla y calladamente, en la oscuridad de la trastienda de un modesto comercio, naci6 esta gran obra antoniana, que ha hecho tanto bien a la sociedad. * * * El Pan de los Pobres tuvo un humilde e insignificante principio, mas fue como el granito de mostaza del Evangelio, que se ha extendido de una manera prodi– giosa. Se puede .afirmar que en gran parte de las pobla– ciones cat6licas, por no decir en todas, está establecida esta obra. En las ciudades, es frecuente verla en muchos templos. En la mayoría, se halla la imagen de San An– tonio, y cerca de la imagen un cepillo con este letrero: Limosna para el Pan de los Pobres. Esta obra antoniana no es ninguna asociaci6n o co– fradía. Consiste en pedir alguna gracia o favor a San Antonio, y prometerle alguna limosna para los pobres si es que el Santo concede el favor pedido. No hay obli– gaci6n de dar la limosna hasta que el Santo conceda la gracia solicitada. La limosna es conveniente que se de– posite en el cepillo de alguna iglesia, donde puede ser recogida para los pobres. Si esto no se puede hacer bue– namente, será muy del agrado de San Antonio y sobre todo de Dios, que se den las limosnas a pobres parti– culares. 257.
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