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terio donde tuvo lugar este solemne bautizo. También cerca de la catedral, en la iglesia llamada de Do Santo Antonio a Fé, se ve la habitación, donde nació el santo, convertida en una pequeña capilla. Bautizado el niño, fue creciendo en aquel hogar cristiano resguardado de los hálitos co– rrompidos del mundo. Sus padres le considera– ban como flor del cielo que el Señor les había regalado para alegrar toda su casa con sus sonrisas. Era el primogénito y estaba dotado de una índole suavísima. Don Martín de Buillón tenía puestas en él sus ilusiones y esperanzas. Soñaba para aquel pedazo de su corazón en un porvenir risueño. Podía distinguirse, como sus antepasa– dos, en la guerra contra los moros, triunfar en mil lides y ser con el tiempo caballero al servicio del Rey. Pero María Teresa Tavera lo que ante todo deseaba para su hijo era una educación sólidamente cristiana. * * * Apenas comenzó a despertar en él la razón, su piadosa madre supo infundir en su tierno corazón un amor ardiente y profundo a Jesucris- 20