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de los monasterios de San Benito y San Agustín y por los Padres Dominicos Juan y Jordana. Poco tiempo después, 5e organizó otra comi– sión en la misma Padua, en la cual entraban los hombres de más nobleza y prestigio de la ciu– dad. Esta comisión tenía por fin ir a Roma para pedir al Papa, de una manera oficial, la cano– nización del Siervo de Dios, Fray Antonio. Los comisionados fueron recibidos por el Papa y éste reunió de nuevo a los Cardenales, haciéndoles saber los deseos de los paduanos. Les presentó asimismo la suma de los milagros aprobados por la comisión pontificia y los sometió al examen del Colegio Cardenalicio. * * * Mas los Cardenales se hallaban divididos. Algu– nos pensaban que debía diferirse la canoniza– ción, a fin de que no St! tildara a la Santa Sede de precipitación en asunto tan grave para la Iglesia. Pero he aquí que uno de los Cardenales que más se oponían a la pronta canonización del Siervo de Dios tuvo una noche, durante el sue– ño, una misteriosa visión. Le pareció que asistía 217
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