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para la Iglesia de Dios. Nacia un niño que había de ser el santo más popular, el más venerado por el pueblo cristiano, a quien hoy llamamos San Antonio de Padua, Doctor de la Iglesia Universal. Su padre, se llamaba Don Martín de Buillón. Era caballero del Rey Alfonso. Y su madre, Doña Maria Teresa Tavera. Según antiguas crónicas cuentan, ambos eran descendientes de nobles. familias y tenían por morada un confor– table palacio. Algunos pretenden probar que Don Martín de Buillón era oriundo de Flandes y descendiente de un célebre cruzado, el cual se estableció en Lisboa a ruegos de Alfonso l. También se afirma que doña Teresa Tavera procedía de la extirpe de Fruela I, cuarto Rey de Asturias. Lo cierto es que estos dos cristianos esposos pertenecian a la aristocracia de Lisboa y que moraban en una casa digna de su rango, muy cerca de la catedral, al lado Norte. Pasados los ocho dias del nacimiento del niño, le fue administrado el Santo Bautismo. Natural– mente que el bautizo se celebró con la solemni– dad y pompa que requerian los padres del niño y se efectuó en la Santa Iglesia Catedral. Al ser bautizado se le puso el nombre de Fernando. Todavía puede ver el turista curioso el baptis- 19

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