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fe; pero se sentían arrastrados por los placeres mundanales, merced al bienestar y la riqueza de que disfrutaban. Se gasta el dinero en orgías. Y aun sin dinero, deseaban seguir disfrutando de la vida. Por este motivo, un gran número de paduanos se veían obligados a recurrir a los prestamistas, los cuales exigían réditos exagera– dos. La usura era una negra plaga que tenía oprimida a gran parte de la ciudad. Por eso, Fray Antonio increpaba con vehemencia a los usureros. Su voz hacía recordar las imprecacio– nes de San Bernardo y tenia mucho parecido al torrente apostólico de Savonarola. Se volvfa amenazante contra los ricos sin entrañas, contra los avaros sin conciencia, contra los usureros despiadados. A todos les increpaba diciendo: -Carnívoros, lobos rapaces, con vuestros frau– des y rapiñas. pisoteáis fría y cínicamente las fa. tipas del obrero, los sudores de los artesanos, las lágrimas de los huérfanos y viudas. Y la voz del predicador resonaba en el viento como trompeta apocalíptica, y los oyentes llora– ban arrepentidos y prometían practicar en ade– lante la caridad y la justicia. Por este estilo siguió predicando toda la Cua– resma de 1231. Con sus sermones obró en Padua una total transformación. Su palabra evangélica, 180

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