BCCCAP00000000000000000000925

netraba hasta el fondo de los corazones. Depo– nian sus odios los enemigos y se disponían a vivir en paz y en mutua concordia. Los entrega– dos a las voluptuosidades del placer dejaban su vida depravada. Se concedia libertad a los cau– tivos. Los ricos avarientos restituían lo adquirido con fraudes y con usura. Los famosos ladrones se enmendaban en sus fechorias y se les veía respetar lo ajeno con escrupulosidad. * * * Con frecuencia, mientras el Santo predicaba, los oyentes prorrumpían en lamentos y suspiros doloridos, diciendo unos: -¡Ay de mí, que yo he hecho cuanto ha dicho ese fraile! Otros exclamaban: -Nunca yo hubiera hecho tal cosa si hubiera comprendido lo horrible que era ese pecado. Mas por encima de aquellos lastimeros lamen– tos se oia la voz del predicador, clara y precisa, que penetraba como una espada en el fondo de las conc'iencias para herirlas y moverlas a la más profunda contrición. Es verdad que Padua estaba libre de la here– jía. Sus habitantes eran hombres de arraigada 179

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz