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modo absorbia el alma de San Antonio, como la luz del sol absorbe toda otra claridad. En el Corazón de Jesús se me apareció el alma del Santo corno una piedra preciosa que lo llenaba todo. La hermosa variedad de sus colores me pareció la variedad de sus virtudes, que brilla– ban con esplendor maravilloso en el océano de luz del Corazón de Jesús, para honor de Cristo y gloria del mismo Santo. Tornó Jesús ésta perla de su Corazón y se la dio al Padre eterno, que la mostró a la admiración de los ángeles y los san– tos. (Venerable Juana María de la Cruz). Esta visión de una sierva de Dios nos indica toda la hermosura del alma de San Antonio y todo el amor que el Santo tenía a Jesús, y que Jesús le tenía a él. San Antonio es una perla del Corazón de Jesús, y esta perla viene a ser la ad– miración de los ángeles y los santos. Todo esto nos pone de manifiesto que el cora– zón de San Antonio, sobre todo al acercarse al final de su vida, era úna ardiente hoguera de amor, donde ardía todo el incendio de la cari– dad divina que no le hacia sino vivir para Jesfü y las almas. 174

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