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A pesar de su cuidado por ocultar los dones de Dios, el Señor permitió que alguien fuese tes– tigo de las íntimas comunicaciones que tenía con el Amado de su alma, Cristo Jesús. El conde Tisso de Camposampiero era gran devoto del Santo y muy amigo de los Frailes Menores. Tenia un castillo situado a unos 18 ki– lómetros de Padua. Había cedido a los francis– canos la iglesia y cerca de ella unas habitacio– nes. Ellos estaban encargados de prestar el servi– cio religioso a la familia condal y a la población que había en sus alrededores. El conde invitó a Fray Antonio a pasar unos días en su castillo, a fin de poder gozar de su santa compañía. El Santo aceptó la invitación. La estancia en Camposampiero fue para él algo así como un retiro espiritual. Se pasaba las horas absorto en Dios, pero he aquí que sin po– derlo evitar el Santo, llegó el conde a sorpren– derle en sus arrobos. * * * Era de noche. Fray Antonio estaba recogido en su habitación explayando su alma en el mis– terio del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucris- 170

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