BCCCAP00000000000000000000925
Si bien en todas partes era recibido con entu– siasmo popular, hubo ocasiones en que le fue preciso soportar insultos y desprecios. Se había reunido en torno de él una gran muchedumbre, deseosa de escuchar su sermón. Pero a falta de púlpito le fue preciso subirse a un árbol para predicar. Comenzó su sermón y, de pronto, se oyeron gritos y silbidos con palabrotas insul– tantes. Imposible le fue a Fray Antonio dirigir así su palabra al pueblo. Sin alterarse, humildemente, se bajó del árbol que hacia de púlpito y, siguien– do el consejo que Jesús daba a sus discipulos, sacudió el polvo de sus sandalias y siguió tran– quilamente adelante su camino. Mas luego, los habitantes de Udine, al darse cuenta de quién era el que había ido a predicarles, dieron mues– tras de profundo arrepentimiento, aunque en vano, porque el Santo se había ya marchado. Más tarde, cuando Fray Antonio moraba en Padua, algunos de ellos fueron a visitarle. Con el tiempo, muerto el Santo, edificaron una capilla en su honor y pusieron en ella una imagen de San Antonio, predicando desde un árbol. * * * 147
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz