BCCCAP00000000000000000000925

evangélica, y donde habia fallecido entre amoro– sos transportes de amor. Todo esto encantaba a Fray Antonio y elevaba su espiritu al mundo sobrenatural. Respiraba honda y calladamente aquella atmósfera de es– piritualidad franciscana que inundaba de gozo su corazón. También se afirma que, poco tiempo después del Capitulo, aunque no se precisa bien la fecha, hizo una excursión al monte Alvernia, donde el Santo Fundador había recibido los sagrados es– tigmas de Cristo. Las rocas, los barrancos, los árboles y los arroyos de aquel santo monte le recordaban la estancia del Pobrecillo, la que había culminado con la aparición del alado Serafín, que le dejó todo herido de amor y de dolor. Con todo esto, el alma ardorosa de Fray An– tonio se afervoraba de una manera increible. El amaba también la soledad, el retiro de la santa contemplación y, sobre todo, amaba a Cristo, con el cual deseaba transformarse íntima y total– mente, como lo había hecho el Seráfico Padre. Después de ser nombrado Fray Antonio Pro– vincial de la Romaña, partió luego a esta Pro- 141

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz