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dada de alondras, posadas en la pobre celda donde estaba depositado el sagrado cadáver, prorrumpía en un alegre y clamoroso gorjeo, los hijos del Pobrecillo derramaban copioso raudal de lágrimas. Penetrado de esta tristeza íntima, Fray Elías, Vicario General de la Orden, daba la dolorosa nueva a todos los superiores, diciendo: -Antes de empezar a hablar, suspiro, y con razón: el dolor invade mi corazón como un torrente que se desborda. La desgracia que me temía ha caído sobre mí y sobre todos vosotros. En semejantes términos, sigue manifestando su dolor y rogando al Señor que les dé otro Pa– dre que sepa guiar la Orden en las batallas y triunfos del espíritu. En verdad que la muerte del Seráfico Funda– dor creaba un gran conflicto. Se precisaba con– vocar el Capítulo General, el cual había de cele– brarse en la fiesta de Pentecostés del año si– guiente, es decir, el 30 de mayo de 1227. Al Capítulo debían acudir, según la Regla ya vigen– te, los Provinciales y los Custodios, con el fin de elegir sucesor del Santo muerto. Como Fray Antonio era Custodio de Limoges, era menester que acudiese a aquel Capítulo co– mo representante de aquella Custodia. No se sabe con certeza qué rumbo llevó en su viaje ni 138
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