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Lo suplico en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén. REFLEXION La esperanza cristiana es el optimismo en la fe. Esta no debe engendrar ansiedades, sino esperanza. Esperar es vencer el miedo porque con nosotros va Cristo, que hace posible toda victoria. Siempre el hombre vivió abierto a la esperanza, y hoy más que nunca. Vivir en esperanza es vivir en esfuerzo, en tensión, con alegría. «El porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar.• Como testigos de esa fe y esa esperanza estamos nosotros. San Antonio de Padua hablaba así de las relaciones que han de existir entre fe, esperanza, esfuerzo y temor: - «Por la esperanza confiamos en que Dios nos dará los bienes prometidos... El que desespera no progresa en la virtud, el que ama el pecado no puede tender a la gloria futura. Es necesario, no obstante, que la esperanza no degenere en presunción, sino que vaya acompañada por el temor, que es principio de sabiduría. Nadie puede llegar a gustar la dulzura de la sabiduría si antes no ha gustado la amargura del temor... » ¿Soy un hombre que vive la esperanza? Mi esperanza debo mostrarla en los sucesos de cada día. Cristo no prometió un cristianismo fácil y cómodo. No suprimió riesgos, pero da confianza. Pongo mi seguridad en un Dios que me ama, y puedo repetir con San Pablo: •todo lo puedo en Aquel que me conforta•, y •Si Dios está conmigo, ¿a quién temeré?• Medita brevemente y pide la gracia que deseas conseguir por intercesión de San Antonio. 18

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