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SANTA ISABEL DE HUNGRIA 0231) Una de las grandes aficiones del joven duque de Turingia era la caza con halcones. Aquel día se levantó muy de mañana, llamó al jefe de sus cetreros, y le preguntó : - ¿ Están ya preparados los perros y los hal– cones? - Todo está listo, señor. Cuando ordenéis po– demos salir. Subió el duque a su caballo alazán, picó espue– las, y detrás de él siguió el acompañamiento. Envueltos en nubes de polvo pronto se perdie– ron entre la espesura del bosque. El día era mag– nífico y los perros venteaban la caza. Entre los que acompañaban al duque iba el más fiel servidor de la duquesa Isabel. Hacía tiem– po que ella le había confiado un secreto para su esposo y el fiel servidor aprovechó un momento en que estuvo solo con el duque para comunicár– selo. 93

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