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dables episodios y trató de mil modos arreglarlos, pero su voz no fue escuchada. El Sábado Santo del año 968 se sintió gravemen– te enferma. Mandó venir a sus hijos al pie de su lecho y les recomendó insistentemente la caridad y el respeto a la Iglesia Católica y a sus representan– tes. Pocos momentos después, murió dulcemente. 60

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