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soledad del monasterio, pero no tardó en aficionar– se de tal manera a él que decidió quedarse para siempre en compañía de su abuela. Era muy que– rida de todas las religiosas, pues a su natural bon– dadoso y caritativo, unía grandes cualidades para bordar y para otros quehaceres del convento. El día que la abuela de Matilde la comunicó que el duque de Sajonia se había fijado en ella para hacerla su esposa, la joven duquesa lloró amar– gamente. Sólo cuando la autoridad de su abuela la obligó a que aceptase aquel sacrificio por ser manifiestamente voluntad de Dios, Matilde accedió, no sin gran repugnancia. La boda se celebró de allí a poco y fue un au– téntico acontecimiento. Obispos, clérigos, caballe– ros y damas de calidad acudieron a la boda. Las fiestas duraron varios días y una de las preocupa– ciones de la duquesa fue el que se diese una gran comida a todos los pobres de la localidad. Una vez terminadas las fiestas nupciales, Matil– de se retiró y se propuso por todos los medios ha– cer feliz a su esposo. Matilde era discreta, piadosa, cariñosa, amante de su marido, pero, sobre todo, era muy caritativa para con los pobres. Los alrede– dores del ca5tillo se veían todos los días material– mente rodeados de una multitud de necesitados que acudían en masa atraídos por la generosidad de la joven duquesa. El añ,o 918 murió Conrado I, emperador de Ale– mania, y fue proclamado. sucesor el duque de Sa- 55

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