BCCCAP00000000000000000000919

a su disposición un rápido alazán. Se ensílló al más vistoso y ligero, Clotilde subió sobre él, y, picando espuelas, atravesó llanuras y montes con extraña rapidez. Cerca de Troyes, en la pequeña aldea de Villery, la estaba esperando Clodoveo, rodeado de todo el esplendor de su corte. El oro relampaguea– ba en los vestidos ; los arreos militares brillaban co– mo soles; los soldados de piernas desnudas, pies cubiertos de pieles de fieras, túnicas cortas, picas de doble punta y escudos de plata, rodeaban solem– nemente a su rey. Al bajar Clotilde del caballo Clo– doveo se acercó a ella, la besó la mano, con gran reverencia, y en el mismo instante las trompetas de plata saludaron a los nuevos reyes. Las fiestas nupciales duraron algún tiempo. Un día Clotilde, toda radiante y hermosa, dijo al rey: - Ya sabrás que una de mis más grandes ilu– siones es hacer obras de caridad con los necesita– dos. Espero que me ayudarás en tan bella ocupa– ción. - Esposa mía - contestó Clodoveo i--, puedes hacer lo que quieras y lo que tu mandes eso se hará. - Cuando el embajador mendigo llegó con tu anillo estaba dando de comer a los pobres y no qui– siera que nuestro matrimonio rompiese esta santa costumbre. - Te he dicho, esposa mía, que haré siempre lo que sea tu voluntad. 32

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz