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SANTA PULQUERIA (453) Tendido en una cama de bronce, cubierta de se– das y brocados, está el emperador Arcadio grave– mente enfermo. Más que la enfermedad del cuerpo, le estreme– cen las luchas de su espíritu. Los que le rodean, no pueden disimular un gesto de terror. Arcadio mira hacia atrás y, al ver su vida toda ella sembrada de desvaríos y atropellos, tiembla como una hoja azotada por el vendaval. El remor– dimiento está a punto de convertirse en desespera– ción. Junto al lecho del enfenno está su hija Pulque– ria - rostro hermoso y mirada dulce - preocupa– da por el doble sufrimiento de su augusto padre. De cuando en cuando le acaricia suavemente y, en voz baja, le dice al oído como una oración: - Padre mío, no os desesperéis por vuestros pe– cados. Dios es infinitamente misericordioso y per– dona a todos cuantos acuden a El con sincero arre- 16

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