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el príncipe, se encerró para siempre tras los mu– ros del monasterio. Tres años pasaron antes de recibir el hábito de religiosa. El mero hecho de ser princesa jurada y en caso de muerte de su hermano heredera del trono, fueron la causa de aquel retraso, pero no por eso la princesa dejó de vivir como la más hu– milde de las religiosas. Vestida de un hábito po– brísimo y siguiendo en todo la vida rigurosa de la comunidad, era modelq de austeridad y de si– lencio. El día de la conversión de San Pablo y sin que en palacio se enterasen, la hija del rey de Por– tugal don Alfonso V se consagró para siempre al Señor vistiendo el hábito de religiosa. *** La toma de hábito de la princesa heredera co– rrió inmediatamente por todo el reino. Los nobles se soliviantaron y el rey, el príncipe y hasta el obispo de Evora se unieron para anular aquella determinación. Un día, en efecto, se presentaron el príncipe y el obispo en el monasterio con el fin de convencer a la princesa de su absurda forma de obrar. La novicia no se atemorizó con semejante visita, tenía puesta toda su confianza en Dios y así recibió con la mayor tranquilidad y serenidad la visita. El príncipe al ver a su hermana se arrojó a sus 153

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