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de ganaros a vos, pero no me importa. Sabed que nuestra amistad dejará de existir en el momento en que tratéis de oponeros a mis deseos. Aún os di– ré más. Mi padre tiene interés especial en casarme con el hijo del rey de Francia, pero he de deciros que esto es de todo punto imposible, pues él en es– te momento acaba de morir. Doña Beatriz, al oir estas palabras quedó sobre– cogida de espanto. ¿ Era una santa la princesa, o aquella noticia era una estratagema para desbara– tar los planes de su padre? Doña Beatriz trató como pudo de tranquilizar a su señora y de allí a pocos días se tuvo en pala– cio la noticia de la muerte prematura del heredero del trono de Francia. El rey don Alfonso no pudo disimular la con– trariedad que le causó la muerte del príncipe. Du– rante algún tiempo no volvió a hablar a su hija de matrimonio y esta se sintió segura y libre para po– der consagrarse al Señor. En apoyo de este su de– seo vino el nacimiento de su hermano el príncipe don Juan. Su Padre parecía más satisfecho y ella llegó a creer que la temible tempestad se había disipado. Pero un día el rey recibió cartas del rey de Ingla– terra solicitando la mano de la hermosa princesa. Don Alfonso sintió renacer de nuevo la esperanza de poder casar a su hija con uno de los reyes más poderosos de Europa. Llamóla aparte y le comuni– có tan importante noticia. 148

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