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BEATA JUANA DE PORTUGAL (1452 - 1490) La princesa era un dechado de hermosura. La corte estaba orgullosa de ella y el rey don Alfonso V su padre esperaba conseguir grandes triunfos para su reino mediante el casamiento de su hija. Entre estudios, rezos y juegos pasó la infancia de la bella princesita. Por todas las cortes europeas corrió inmediatamente la fama de la rara belleza de la hija del rey de Portugal y dice la historia que apenas llegó a la edad núbil eran muchos los prín– cipes que se desvivían por conseguirla para espo– sa. No había corte en la que no figurase un retrato de Juana. ¡ Tanta era la fama de su extraordinaria hermosura ! El rey Alfonso, ambicioso e intrigante, comenzó a preparar el camino. Reunió a los principales de su reino y les habló de esta manera: - De todas las cortes de Europa vienen cartas y embajadas solicitándome la mano de mi hija Jua- 140